A pesar de que en mi opinión hablamos de una bebida exquisita, no a todo el mundo le gusta el vino, por raro que parezca. Sin embargo creo que podríamos decir que a la mayoría le gusta, al menos, un tipo de vino. Hay quien prefiere el tinto, el blanco, el de crianza, el dulce, o quien prefiere tomarlo en combinados como el tinto de verano o la sangría pero, al que más o al que menos, le gusta.
Mi caso es mucho más especial porque no es sólo que me guste, es que es mi pasión: me encanta su aroma, su sabor en todas sus vertientes y me encanta seleccionar el tipo de vino que se ha de tomar según la comida. Con el pescado, vino blanco, con las carnes, vino tinto, etc.
Mi casa no es demasiado grande pero un una pequeña despensa que hay al lado de la cocina he creado mi propia mini-bodega. La verdad es que me ha llevado un par de años porque no se trata sólo de aclimatar la habitación hasta conseguir una humedad y una temperatura perfecta, sino también de comprender que hay vinos que necesitan estar a unos grados y otros que necesitan más o menos frío. Por eso estuve ahorrando mucho tiempo y además de adatar la despensa como bodega, me compré un climatizador para poder tener así dos temperaturas diferentes dentro del mismo espacio. Ahora tengo tintos, blancos, dulces, espumosos… y con cada visita escojo uno diferente. Soy todo un aficionado sumiller, rudimentario y poco profesional la verdad, pero sumiller al fin y al cabo.
Hace unos meses me presenté a un concurso de sumillers y quedé el octavo de 15 concursantes así que tampoco está nada mal para ser un hobby ¿no?
También tengo una colección bastante grande de diferentes piezas relacionadas con el mundo del vino como tapones, descorchadores, copas… pero últimamente me he aficionado a los decantadores desde que encontré esta web de decantadores de cristal para vino. Por ahora sólo tengo tres de ellos: el modelo Albatros, el Cisne y el Erebus pero quiero hacerme con toda la colección. Mi próxima conquista será el modelo Earth que me parece muy original.
Un vino «Kosher» oriolano
Una de las noticias que más han llamado mi atención últimamente en este sentido es sobre la creación de un vino para judíos. Se trata de un vino que, a pesar de tener una producción tradicional y muy similar a la de cualquier vino español tiene una gran diferencia: todo el proceso está controlado totalmente por un rabino judío, desde su cultivo hasta su embotellamiento. Gracias a eso el vino ha conseguido la denominación “kosher”, es decir, que es apto para judíos.
Este logro se ha conseguido en Orihuela, un pueblo de la Vega Baja del levante español y yo tuve la oportunidad de probarlo hace apenas unos días. Una de las primeras cosas que llamó mi atención al verlo es que es de color azul pero al probarlo pude comprobar cómo ese color no interviene en el sabor ya que es un vino afrutado que recuerda un poco a los de La Rioja aunque, tal vez, un poco más suave.
Sea como sea, aunque parezca que el mundo del vino es el mundo vinícola que todos conocemos, tradicional y artesano, las cosas cambian para todos los sectores y se innova cada día más y, por eso, no me canso de ver nuevas creaciones y probar nuevas texturas.