Llevaba mucho tiempo pensando que su marido perfecto, ese que tanto gustaba a todo el mundo, el padre ideal, siempre pendiente de sus hij@s, la estaba engañando. Tenía sus dudas y realmente no estaba segura de si estaba perdiendo definitivamente la cabeza, o si por el contrario, su preocupación tenía una base real.
Susana sabía de la buena relación existente entre Pedro y su secretaria de dirección, Juliana, pero el siempre había defendido que ésta era meramente profesional y que nunca en su vida se le pasaría por la cabeza la idea de engañar a su esposa, y mucho menos con su secretaria, después de todo, Juliana también estaba casada, y con un hombre muy rico y, la verdad es que era bastante atractivo también.
Muchas veces, Susana aparecía por sorpresa en el despacho de Pedro, a ver si podía ver algo, una señal, una mirada o cualquier gesto, que pudiera delatarles. Pero nada, Juliana solía ser muy amable y atenta con ella, al igual que su esposo, que nunca mostraba signos de molestia por la repentina visita de Susana.
Pero en casa las cosas no eran perfectas ya, ni remotamente. Apenas tenían relaciones sexuales, siempre estaba cansado y en ocasiones, no llegaba a casa hasta la madrugada, debido a reuniones inesperadas y programadas a última hora o salía de repente un sábado, porque su jefe había decidido organizar un retiro para sus emplead@s, a fin de afianzar lazos entre ell@s. Todas estas cosas habían contribuido a que Susana llevase algún tiempo con la mosca detrás de la oreja.
Susana parecía a punto de estallar, estaba cansada de darle vueltas al asunto, de preguntar y de obtener siempre la misma respuesta: “estás loca@”.
Llega el momento de contratar a un detective privado
Pero una noche, Pedro no volvió a casa. A la hora del mediodía, seguía sin aparecer y de nuevo llegada la noche, recibe una llamada de Ángel, el marido de Juliana. Éste le confesó que sabía desde hace tiempo que ésta le estaba engañando, y que no se preocupase, que su marido estaba bien, y que era algo seguro, que ambos se habían escapado para empezar una nueva vida, pero que su cobardía, les impedía dar la cara, reconocerlo y dar explicaciones. Ángel afirmaba que Juliana le había robado una enorme cantidad de dinero, pero que no quería denunciarla, no quería meter a la policía en todo este escabroso asunto. Lo único que quería era dar con ella y que le devolviera lo que era suyo. Ese mismo día contrataron los servicios de una agencia de detectives privados, Detectives Castellana, que entre otras cosas, se dedican a la localización de personas y bienes. No tardaron mucho tiempo en dar con la pareja de adulter@s, que se encontraba en Punta Cana, y no tuvieron más remedio que devolver todo el dinero. Sinceramente, no sé cómo pudieron pensar en algún momento, que toda esta rocambolesca historia, podría llegar a buen puerto.
Hoy estamos ambas parejas divorciadas y Pedro y Juliana, han roto definitivamente. Ella se ha vuelto a casar con un rico abogado de Madrid. Pedro no se ha casado ni tiene pensado hacerlo, ahora se dedica a ir detrás de jovencitas. Desde luego, quién le ha visto y quién le ve, con lo encantador que era cuando Susana y él eran jóvenes, y la buena pareja que hacían…
Por su parte, Ángel y Susana son pareja, tampoco se han casado ni falta que les hace. Tienen mucho tiempo libre, sobre todo ahora que los hijos de ella se han ido a la universidad. Se dedican a viaja y a conocer lugares exóticos y nunca habían sido más felices.
Pedro, ha conseguido reconciliarse con sus hij@s, a los que ve de vez en cuando, pero la relación jamás volverá a ser la misma. Es el precio del engaño, la traición y la falta de respeto.
Este es sólo uno de los millones de casos, en los que se hacen necesarios los discretos servicios de una agencia de detectives. ¿Te encuentras en una situación similar?, ¿Buscas a alguna persona desaparecida?, ¿Crees que puedes ser víctima del espionaje industrial? Si es así, no lo pienses más y ponte en manos un detective privado, te ayudará.