Si hay algo que me repatea soberanamente es que le hagan algo a mi coche. Y lo digo muy enserio. Es obvio que a todos nos molesta que alguien le dé un golpe a nuestro coche mientras esté aparcado o que venga algún niñato a rallárnoslo para hacer la gracia con los amigos con las llaves de su casa, pero es que si a los demás les cabrea a mí me enerva, me saca de quicio y me puedo llegar a dar miedo a mí mismo.
Adoro mi coche, tengo un BMW clase B precioso e impoluto desde hace unos años ya y lo trato como lo trataba el primer día, con mimo y mucho cuidado. Para que os hagáis una idea os diré que lo lavo una vez a la semana, dos si llueve si se ensucia, lo guardo en garaje, sólo lo llevo a mi taller de confianza especializado en BMW Talleres Paiz (el cual recomiendo totalmente) y no tolero que absolutamente nadie coma, beba o fume dentro de mi coche. Jamás.
Hace unos días dejé mi coche aparcado en una zona de aparcamientos libres cercana al centro de Granada donde los “gorrillas” reclaman su “nómina” por ayudarte a aparcar. Cuando llegué allí era muy temprano y había estacionamiento por todas partes, de hecho, estaba toda la zona prácticamente vacía, así que llegué y aparqué a la primera. Conforme bajé del coche se me acercó un “gorrilla” pidiéndome algo de dinero por cuidar de mi coche y yo me negué a dárselo.

Solidario pero no imbécil
Como habréis podido comprobar tengo mucha suerte económicamente hablando, de lo contrario no podría permitirme un BMW obviamente, y por eso, porque soy consciente de la suerte que tengo y de la mala suerte que tienen otros, cada año dono parte de mis beneficios empresariales a diferentes asociaciones y ONG´s. No se trata de que sea un tacaño o que no quiera colaborar con la gente más desfavorecida, se trata de que este tipo de personas me tocan mucho las narices porque no piden, demandan y porque se creen que tienen el derecho a hacerlo. Para ellos se ha convertido ya en su medio de subsistencia. Obtienen un sueldo todos los meses, más o menos grande, y viven de él y eso no puede ser y no debería permitirse. Por eso yo nunca doy dinero a los “gorrillas”. Pero claro, lo que no esperaba era volver a por el coche dos horas más tarde y encontrarlo completamente rallado y con un faro roto, a mala leche.
Denuncié en seguida y me dijeron que no es la primera denuncia que tenían al respecto y que ya andaban tras el individuo en cuestión pero, por ahora, él seguía haciendo lo que le daba la real gana y mi coche era la prueba viviente.
Contacté enseguida con Mercury, una empresa de cabinas de pintura que tiene muchas referencias en Internet para averiguar qué talleres de la zona contaban con sus cabinas y poder llevar mi coche a que fuera pintado de nuevo. Entre eso y el faro me gasté al final casi 1500 euros que no voy a recuperar y todo ¿por qué? ¿Por qué no le di dos euros al “gorrilla”? Algunos pensarán que soy estúpido y que debí haberle dado esa propina al del aparcamiento pero es que no me da la gana, así, como suena, y después de esto jamás volveré a hacerlo. Tenga las consecuencias que tengan…