No es la primera vez que se asocia la figura masculina de hombre divorciado con un “viva la vida” que tiene una especie de segunda adolescencia en edad del pavo, una soberana tontería. Hace dos semanas fue el cumpleaños de mi hija pequeña, de 7 años, y mi exmujer me pidió que me encargara de la celebración porque tenían un lio en la empresa de tres pares de narices.
Mi ex y yo nos llevamos de maravilla, y sé que es extraño pero somos como esos matrimonios de divorciados que son mejores amigos que amantes, solo que se han dado cuenta tarde y tras dos niñas en común, pero es la realidad, así que confiamos el uno en el otro y no sería la primera vez ni la última que nos pedimos favores personales sabiendo que no hay problema y que no van a haber consecuencias al respecto porque jamás las ha habido, al menos por ahora. Aunque supongo que eso puede cambiar en cualquier momento pero lo dudo, porque hemos pasado hasta por el típico periodo en el que a uno de los dos le va muy bien con su nueva pareja mientras que le otro sigue solo y la cosa no ha cambiado para nada.
El caso es que cuando las amigas de mi mujer y la familia se enteró de que iba a organizar yo el cumpleaños de Anita empezaron a llegarme llamadas de medio mundo ofreciéndose a ayudarme, como si yo no pudiera hacerlo solo o algo así. En el fondo creo que tenían miedo de que metiera la pata pero les asombré, y mucho.
Mis padres viven en las afueras, en una pequeña casita en el campo con terreno y una piscina, no muy grande pero suficiente, y lo que hice fue contactar con este catering para que me diera presupuesto para un cumpleaños infantil con mesa de dulces. Supongo que no es la opción más barata de mundo pero tampoco me resultó caro y creo que acerté de pleno porque los niños lo pasaron bomba en la piscina (que me salió gratis), los padres merendaron más que los propios niños (y disfrutaron) y mi hija alucinó con la mesa de dulces, así que fue todo un éxito. Y no confiaban en mí… por ser cuarentón y soltero… o por ser hombre simplemente, no lo tengo muy claro la verdad.
Hasta investigué por Internet cómo montar fiestas de cumpleaños originales. Hay muchísimos artículos al respecto. En este enlace podéis ver uno de mis favoritos. De ahí saqué mi idea de poner una mesa de dulces decorada a la que tuvieran acceso tanto los niños como los adultos y la idea de organizar una gymkana en la piscina, que también fue un exitazo.
Al final lo importante fue que mi niña estaba feliz y su madre también que, aunque ya no esté casado con ella, sigo queriendo que sea feliz por encima de muchas cosas y lo que es aún mejor, le di en las narices a más de uno y de una que no confían en las capacidades masculinas para este tipo de cosas.