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Cómo adaptar tu casa sin complicaciones para personas dependientes.

Cuidar de una persona dependiente en casa, ya sea por edad, enfermedad o discapacidad, significa muchas cosas: en primer lugar, las personas que cuidamos a otras personas dependientes no debemos estar solamente atentos a la toma de sus medicinas, o al acompañamiento para acudir al médico, ya que también es nuestro deber crear un entorno donde esa persona pueda moverse con seguridad, sentirse cómoda y, en la medida de lo posible, mantener algo de su independencia.

La buena noticia es que no hace falta meterse en grandes reformas o gastar una barbaridad para conseguirlo: con unos cuantos cambios bien pensados, puedes adaptar tu casa y hacerla mucho más accesible, práctica y acogedora.

En este artículo te cuento cómo hacerlo paso a paso, con soluciones reales y sin rodeos. Y créeme, no importa si vives en un piso pequeño o en una casa grande, ya que lo importante es saber observar, entender lo que necesita esa persona y ponérselo fácil, sin agobios y sin complicarse la vida.

Primeros pasos: observamos y planificamos.

Lo primero que debemos hacer es mirar la casa con otros ojos, a través de preguntas cómo:

¿Hay muchos escalones? ¿Las puertas son demasiado estrechas? ¿Hay alfombras que pueden hacer que esta persona tropiece?

Debemos imaginar cómo se mueve la persona dependiente: ¿Va en silla de ruedas, usa bastón, le cuesta levantarse del sofá, necesita ayuda para ducharse? Piensa que cada caso es un mundo, así que no hay una solución general; pero sí hay muchas ideas que se pueden adaptar a cada situación.

Lo mejor, es hacer un recorrido por la casa, cuarto por cuarto, e ir apuntando todo lo que podría ser un obstáculo, dado que muchas veces no nos damos cuenta de las barreras porque nosotros no las sufrimos. Un simple escalón en la entrada, por ejemplo, puede ser una pesadilla para alguien con movilidad reducida, ¡y una ducha sin agarre ni te cuento!

De modo que, cuando tengas claro qué zonas necesitan cambios, empieza por lo más urgente y lo que más se usa: el baño, el dormitorio y las zonas de paso. Si puedes, pide consejo a un fisioterapeuta, terapeuta ocupacional o incluso a su médico de cabecera, ya que ellos te pueden dar buenas ideas para adaptar la casa en función de su tipo de dependencia.

Ayudas económicas y orientación.

¿Qué ocurre cuando vamos a adaptar una casa? Que además de no saber bien por donde empezar, siempre nos viene a la cabeza el factor económico. Y es que, adaptar una vivienda para una persona dependiente puede suponer un gasto importante, pero en muchos casos existen ayudas públicas para cubrir parte de esa inversión. Por ejemplo, la Ley de Dependencia permite solicitar apoyo económico para adaptar la casa, contratar asistencia o incluso alquilar productos ortopédicos.

También hay entidades como Cruz Roja o asociaciones específicas que incluso prestan material de forma gratuita. Además, muchas veces no hace falta comprar todo nuevo como estamos demostrando a lo largo de este artículo. Y si lo que necesitas es orientación más concreta, el centro profesional Assistencia Care Luis Vives nos recuerda que existen profesionales especializados que nos informan muy bien además de ayudarnos con los cuidados en casa.

Empecemos por el baño.

Este es uno de los sitios más delicados, sobre todo si la persona necesita ayuda para bañarse o para hacer sus necesidades, de modo que en este apartado existen varios cambios que puedes hacer sin tener que tirar tabiques ni hacer reformas.

Empieza por colocar barras de apoyo junto al váter, además de dentro de la ducha o bañera. Son baratas, fáciles de instalar y dan muchísima seguridad. Si hay bañera, plantéate cambiarla por un plato de ducha a ras de suelo, aunque te avisamos de que esto sí requiere obra. Si eso no es posible, puedes usar una tabla de transferencia o un asiento para bañera, que permiten entrar y salir del baño con más estabilidad.

Otro punto importante a tener en cuenta es el suelo antideslizante. Para lograrlo, a veces basta con quitar las alfombrillas normales (que suelen resbalar) y poner otras con base de goma. Asimismo, no te olvides de regular la temperatura del agua para evitar quemaduras, sobre todo si la persona no nota bien el calor o el frío.

También existen lavabos adaptados, que son más bajos o con espacio debajo para que se pueda acceder con silla de ruedas. Y si necesita ayuda para la higiene, conviene tener espacio suficiente nosotros, los cuidadores podamos movernos sin problema.

El dormitorio.

El dormitorio debe ser un lugar tranquilo, seguro y cómodo, pero también práctico (sobre todo por la cama, ya que aquí lo más importante es que la persona pueda entrar y salir de la cama sin riesgo de caerse o hacerse daño).

¿La mejor opción? La cama articulada, que se puede subir, bajar y ajustar en distintas posiciones. Las hay eléctricas y manuales, y aunque no son baratas, algunas se pueden conseguir de alquiler o a través de la seguridad social si hay un informe médico que lo respalde. También se pueden instalar barandillas abatibles, que evitan las caídas, pero se pueden quitar para facilitar los movimientos.

Otro detalle útil es la iluminación nocturna suave, para evitar desorientaciones si la persona se despierta. Las luces con sensor de movimiento son perfectas para esto. Y no está de más tener un teléfono al lado de la cama, por si necesita pedir ayuda.

Salón y zonas comunes.

El salón es un sitio donde se pasa mucho tiempo, así que conviene hacerlo lo más cómodo posible. Aquí la importante es facilitar el movimiento: si la persona usa andador o silla de ruedas, deja pasillos amplios entre los muebles y evita los rincones estrechos.

Un sillón con respaldo alto y reposabrazos facilitará mucho el sentarse y levantarse a dicha persona, y si, además, si tiene función elevadora mejor todavía. ç

También es buena idea colocar un botón de emergencia o algún sistema de aviso, sobre todo si la persona pasa tiempo sola. Hoy en día contamos con muchos dispositivos que se encargan de pedir ayuda simplemente pulsando un botón o incluso con la voz, si están conectados a asistentes como Alexa o Google Home.

Cocina.

La cocina puede ser una zona peligrosa si no se adapta bien; lo primero es garantizar que todo esté al alcance sin tener que subirse a taburetes o agacharse demasiado, y para ello puedes reorganizar los armarios para poner los utensilios más usados a una altura media.

También existen cajones con freno, encimeras regulables y electrodomésticos adaptados con mandos grandes y visibles. Por ejemplo, una tetera eléctrica con apagado automático es más segura que calentar agua en un cazo.

Y si la persona dependiente aún cocina, procura que tenga una silla alta con respaldo para que pueda trabajar sentada si se cansa.

Zonas de paso.

  • Las puertas.

Deben ser lo bastante anchas para permitir el paso de una silla de ruedas o un andador. Si no lo son, existen soluciones como quitar los marcos o instalar bisagras especiales que amplían la apertura sin necesidad de hacer una obra.

  • Los suelos.

Deben ser lisos, firmes y sin obstáculos. Si hay escalones, puedes usar rampas portátiles o poner un pasamanos en la pared. En caso de que la persona tenga que subir y bajar pisos, quizá haya que plantearse la instalación de un salva escaleras, que, aunque no es precisamente barato, es muy útil y en algunos casos subvencionable.

  • Entrada.

Si hay un timbre, asegúrate de que esté bien colocado y que se oiga desde cualquier punto. También se puede instalar una mirilla digital o una cámara para que la persona vea quién llama sin tener que levantarse.

Tecnología que ayuda.

Como acabamos de mencionar, actualmente contamos con muchos dispositivos pensados para facilitar la vida de las personas dependientes. Por ejemplo, los asistentes de voz son capaces de encender las luces, poner música o llamar a alguien simplemente diciendo una frase. También destacan los sensores de movimiento, que activan luces o envían una alerta si la persona no se ha movido en cierto tiempo.

Algunas familias eligen colocar cámaras de vigilancia discretas, sobre todo si la persona se queda sola, no por control, sino por tranquilidad. Y por supuesto, no hay que olvidar los dispositivos de teleasistencia, que permiten pedir ayuda con sólo pulsar un botón, estén donde estén.

El arte de adaptar sin convertir tu casa en un hospital.

Un miedo habitual cuando se empieza a adaptar una vivienda es que termine pareciendo un hospital, y es que es lógico: nadie quiere vivir rodeado de barras metálicas, luces frías y muebles sosos, pero no tiene por qué ser así. Si buscamos bien y nos dejamos asesorar, encontraremos que hay diseños adaptados que bonitos, cálidos y totalmente integrados con la decoración.

Sin ir más lejos, existen las barras de apoyo con acabado en madera, los sillones elevadores que parecen butacas normales, y las lámparas con sensor que no desentonan con el resto del salón, así que no te preocupes.

Al fin y al cabo, adaptar nuestra casa para cuidar a una persona dependiente es, en el fondo, una forma muy grande de demostrar cariño y preocupación. Con pequeñas decisiones, se puede marcar una gran diferencia en el día a día de esa persona y de quienes la cuidan.

Recuerda: a veces es tan simple como quitar una alfombra, mover un mueble o poner una lámpara nueva. Y si alguna vez te sientes perdido o no sabes por dónde empezar, siempre puedes volver a leer este artículo o dejarte asesorar.

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