Dicen que la época dorada de los automóviles ya pasó, y que actualmente estamos viviendo un momento en el que nos preocupamos por hacer que los coches sean cafeteras eléctricas en lugar de bólidos que nos saquen los ojos de nuestras órbitas cuando pisamos el acelerador. Pero ¿esto es cierto? Como todo en la vida, la respuesta a esta pregunta depende de tu manera de pensar. En concreto, sobre la huella que dejas en el planeta, y puede que esa huella contamine bastante.
Hace ya alrededor de diez años que los primeros coches híbridos empezaron a consolidarse en el mercado, y actualmente estamos viviendo lo mismo, pero con los coches eléctricos. A pesar de que todavía faltan unos años para que consigamos crear un coche eléctrico con la suficiente autonomía para contentar a todo el mundo, hemos hecho grandes avances.
Solo hay que ver los avances que ha hecho la marca de automóviles Tesla, que es uno de los referentes en el mercado de los coches eléctricos. Todos estos avances no serían nada si no se consiguieran realizar vehículos ligeros, ya que es bien sabido que el peso condiciona en gran manera a la potencia del motor.
El aluminio se ha constituido en el material ideal para construir coches ligeros en las gamas medias, ya que por sus características es ideal. Además, lleva bastante tiempo entre nosotros ya que empezó a aplicarse a los automóviles después de la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia de la escasez del acero.
Podemos pensar que el aluminio va a sustituirse por la fibra de carbono, pero siendo realistas esto no pasará hasta dentro de mucho tiempo, ya que los chasis en fibra de carbono son realmente caros y su fabricación es complicada. De hecho, son por estos motivos por los que únicamente los vemos en coches de alta gama.
Porqué el aluminio es el material ideal
En primer lugar, por la ligereza. El peso específico es de, la tercera parte del peso del acero, lo que puede llegar a suponer una disminución del 40% del peso total de la carrocería. Así, disminuye el consumo de combustible aproximadamente en 0’5 litros cada 100 Km y cada 10% de disminución en peso. Por lo tanto, también se producirá una reducción directa de las emisiones contaminantes (CO2 – Dióxido de carbono) a la atmósfera.
En segundo lugar, por la seguridad, pues los vehículos se diseñan con un habitáculo suficientemente rígido, en combinación con zonas de deformación programada, tanto en la parte frontal como en la posterior. En estos dos aspectos donde el aluminio tiene un comportamiento excelente, ya que las carrocerías de este material suelen ser mucho más rígidas que las de acero, además de permitir crear perfiles y elementos de deformación capaces de disipar gran parte de la energía de un impacto.
En tercer lugar, por la protección contra la corrosión. La facilidad de reacción del aluminio con el oxígeno hace que se recubra con una capa de oxido (Alúmina), que protege al material contra la oxidación, de forma natural. Sin embargo, su uso no puede combinarse con materiales de diferente potencial electroquímico sin las debidas precauciones, pues se originan procesos de corrosión galvánica con la consiguiente destrucción del aluminio.
Para obtener aluminio de calidad no hay que irse muy lejos, ya que existen empresas como Aluminios Franco, que desde 1975 trabaja como fabricante y distribuidor de aluminio en sus diferentes aplicaciones, gracias a que ofrecen una amplia gama de servicios que han ido ampliando y completando de acuerdo con las necesidades de cada sector.