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Verdades y mentiras de las saunas finlandesas.

Falsos mitos de las saunas.

Que la sauna finlandesa, el tipo de sauna más conocida en el mundo, reporta innumerables beneficios para la salud, es una realidad incuestionable. Sin embargo, en torno a ella se han tejido una serie de afirmaciones, algunas ciertas y otras infundadas. ¿Qué es verdad y qué es mentira en el uso de las saunas? Intentaremos arrojar algo de luz sobre el asunto.

En Finlandia, la sauna es una institución. Se dice que allá donde se traslada un finlandés, construye una sauna. En la costa de Finlandia hay multitud de saunas de madera ubicadas junto a los lagos. Algunas de ellas, aunque reformadas, llevan allí cientos de años. Son instalaciones de uso público que a menudo cuentan con un operario que se encarga de su guarda y mantenimiento, y cobra una entrada para acceder a ella.

En el parlamento de Finlandia hay una sauna. También podemos encontrar saunas en edificios de oficinas, en bloques de viviendas y, por supuesto, en casas particulares. Los finlandeses utilizan la sauna por lo menos una vez a la semana. En sesiones que van de 5 a 20 minutos. El sábado es el día de la sauna. Familias enteras acuden juntas a tomar su baño de calor, bien en saunas públicas o en otras particulares.

La popularidad de la sauna finlandesa se ha extendido por todo el mundo. Hay saunas en hoteles, gimnasios, spas y también en domicilios. Ramón, de Madrid, nos cuenta que encargó a Saunas Luxe, un fabricante de saunas a medida, con sede en El Escorial,  que lleva más de 40 años construyendo e instalando saunas, que le colocara una en su casa de la sierra.

¿Es verdad todo lo que se dice de las saunas? ¿Son realmente tan buenas? Veámoslo.

La sauna mejora la salud cardiovascular.

Esta es la razón por la que fue creada la sauna. El calor que se desprende en estos habitáculos acelera el ritmo cardiaco y dilata las venas y arterias, favoreciendo el paso de la sangre.

En los países nórdicos, donde hay pocas horas de sol al día y se viven épocas de temperaturas bajo 0, el ritmo cardiaco tiende a ralentizarse. El hombre necesita de estímulos de calor para poder sobrevivir. Son conocidas las saunas de Finlandia, pero existen instalaciones similares en las repúblicas bálticas y en algunas zonas de Rusia.

La revista médica Medscape afirma que las terapias de calor mejoran el estado cardiovascular. Cuando el hombre se sumerge de golpe en espacios con una temperatura de unos 90 o 100º C, los vasos cutáneos se dilatan e impulsan la sangre hasta la piel. Intentando de esta manera reducir la temperatura corporal. Esto mejora la circulación sanguínea, especialmente la periférica, favoreciendo que el riego sanguíneo suministre oxígeno a los músculos de las extremidades.

Un estudio publicado en el 2015 en la revista JAMA Internal Medicine en el que se realizó un seguimiento médico a 2.500 finlandeses que utilizaban con frecuencia la sauna, se descubrió que la probabilidad de muerte por cardiopatías e ictus era considerablemente inferior que la media de la población mundial.

Al estar en la sauna, el ritmo cardiaco aumenta de 100 a 150 pulsaciones por minuto. Una aceleración del pulso similar a la que experimentamos practicando ejercicio aeróbico moderado, como correr o ir en bicicleta.

La sauna reduce el estrés.

Al aumentar el ritmo cardiaco, todos los músculos del cuerpo y también la mente se relajan. Este estado de relajación total se alcanza después de pasar los primeros minutos dentro de la sauna. Cuando el cuerpo se ha aclimatado al calor.

Sometido a temperaturas tan altas, es difícil que la mente del bañista se disperse en sus preocupaciones cotidianas. Por lo que la sauna actúa como un reset mental, especialmente indicado para personas sometidas a altos niveles de presión o que suelen tener pensamientos obsesivos recurrentes. Quien la utiliza con frecuencia, afirma que estando en la habitación de calor se alcanza una paz mental reconfortante.

Ahora bien, no son condiciones naturales para el hombre. Por lo que tampoco es adecuado permanecer dentro de la sauna durante periodos largos. Para las personas que se introducen en su uso, es recomendable empezar por baños de calor de 5 minutos. Los usuarios más habituales no suelen tomar sesiones de más de media hora. El baño habitual de sauna suele durar entre 15 y 20 minutos.

La sauna alivia el asma.

El aire caliente que se respira dentro de la sauna favorece el tratamiento de enfermedades respiratorias crónicas como el asma y la bronquitis. Este aire abre las vías respiratorias, y relaja el esófago y los bronquios, favoreciendo la regeneración, al tiempo que reduce efectos secundarios como la acumulación de flema y la sensación de ahogo.

Debemos partir siempre de que la sauna no es remedio milagroso. Una persona aquejada por enfermedades respiratorias crónicas debe estar bajo supervisión médica y seguir un tratamiento. Pero sí podemos afirmar que la sauna es una terapia complementaria beneficiosa para estos casos.

El aire que se respira dentro de una sauna finlandesa es un aire seco. No es como los baños turcos que se basan en el vapor de agua. Para conseguir golpes de vapor, los usuarios de las saunas suelen introducir piedras volcánicas, que se calientan sobre la fuente de calor, dentro de cubos con agua.

La sauna no adelgaza.

La principal idea errónea que se tiene sobre las saunas es el pensamiento de que la sauna adelgaza. Es cierto que cuando una persona sale de una sauna ha perdido en torno a medio kilo de peso. Todo el tiempo que ha estado dentro de la habitación de calor no ha parado de sudar. Pero como señala el blog Cooperación Ciudadana, lo que ha perdido en la sesión ha sido fundamentalmente agua, no grasa corporal. Por lo que cuando el usuario vuelva a ingerir líquido es probable que recupere el peso perdido.

Dentro de la sauna nos sometemos a un proceso de deshidratación. Para remover y eliminar la grasa corporal debemos practicar ejercicio. En la sauna, por el contrario, nos encontramos en un periodo de letargo y relajación, en la que los músculos no gastan energía, ni queman la grasa.

La mejor manera de adelgazar es tener una alimentación sana y llevar un estilo de vida saludable, en el que practiquemos ejercicio con regularidad y combatamos el sedentarismo. Los atajos en los procesos de adelgazamiento no son buenos, y menos si los basamos en impresiones, como sucede con la sauna.

La sauna no elimina toxinas.

En cierto modo, la sauna es una actividad depurativa, en tanto en cuanto, al mejorar la circulación de la sangre, favorecemos que llegue oxígeno a los músculos y que el plasma recoja las moléculas de desecho de las células. Pero estas no las eliminamos con el sudor de la sauna. Esto es un error.

El exceso de metales perjudiciales presentes en nuestro cuerpo, como puede ser el mercurio y el aluminio, los depuramos por medio de la acción de los riñones, el hígado y el aparato digestivo; y los expulsamos a través de los excrementos, no mediante el sudor.

Lo mismo sucede con el alcohol y algunas sustancias estupefacientes, las cuales salen de nuestro cuerpo por la orina.

Lo que si se consigue con las sesiones de sauna es limpiar en profundidad la piel. El calor abre los poros de la epidermis, lo que facilita que se desprendan de gasa y suciedad retenida en ellos. Una persona que usa habitualmente la sauna es probable que luzca una piel suave, luminosa y resplandeciente.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que después de la sesión de sauna debemos darnos una ducha con jabón para evitar que esta suciedad regrese a la piel.

La sauna no es un espacio adecuado para el sexo.

Hay quien concibe las saunas como un espacio propicio para actividades libidinosas. Las saunas, al menos las finlandesas, son los lugares menos afrodisiacos que existen.

Es cierto que las personas entran desnudos en las saunas, pero el ambiente de calor soporífero en el que se sumergen, les llevan a un estado de relajación tal, que pierden el lívido. Los individuos sudan a raudales, se encuentran agotados, con la mente en blanco, lo que menos les apetece es practicar sexo.

Hay determinados colectivos que utilizan las saunas como espacios para la interacción sexual. Estos espacios están más inspirados en los baños romanos que en las saunas finlandesas. La sauna finlandesa es un espacio cerrado donde se alcanzan altas temperaturas, mientras estas otras saunas, son lugares abiertos, con mucho menos calor, donde los usuarios entran y salen de las cabinas según les apetece.

Los baños romanos, además de tener funciones de aseo e higiene pública, también eran lugares para establecer relaciones sociales. Estas otras saunas parecen haber recogido ese aspecto.

Dicho esto, si estás pensando instalar una sauna finlandesa en tu casa para reactivar la vida sexual con tu pareja o para estimular a tus amantes, tal vez no sea una buena idea.

Después de aclarar estas cuestiones, pienso que tienes más conocimiento de causa para disfrutar con conciencia de la sauna.

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