Uno de los mejores consejos que podemos brindarle a nuestros seres queridos y a nuestros amigos es que aprovechen al máximo su tiempo libre. Existen muchas maneras para llevar eso a cabo y una de las mejores es viajar. Conocer nuevos lugares, nuevas ciudades y nuevas personas nos ayuda a formarnos como tales y obtener unos conocimientos y una cultura que sería difícil adquirir de otro modo.
En España, afortunadamente, tenemos un buen abanico de lugares entre los que elegir para visitar. Nuestro turismo rural y de interior es de los más potentes de Europa, tenemos un gran número de ciudades con sol y costa y por si fuera poco también tenemos una gran variedad de cadenas montañosas con amplias pistas de esquí para deleite de los más aficionados.
Una de las ciudades que más turistas atrae cada año es Barcelona. Según este artículo de El Periódico, la Ciudad Condal registró durante el año pasado una cifra de visitantes alojados en hoteles superior a los 8.300.000. De ellos, 6.600.000 son turistas internacionales procedentes principalmente de Estados Unidos y de países de la Unión Europea como Reino Unido, Francia, Italia o Bélgica. Un visitante internacional que, además, ha crecido en un 5’6% durante 2015.
Por motivos de trabajo, he tenido la suerte de conocer a varias personas que viven en otros países y se desenvuelven en idiomas diferentes. Una de estas personas es Stephen, un importante director de marketing estadounidense que vive en Nueva York. Afortunadamente, conseguí entablar una estrecha amistad con él y, para cuando consiguió tener un par de semanas de vacaciones, eligió España como su principal objetivo.
Stephen me pidió consejo. Quería saber en qué ciudad podría encontrar la combinación perfecta entre ese turismo de playa por el que España es tan conocida y ese otro turismo más dedicado a la cultura o a la historia. A mí la primera ciudad que se me ocurrió decirle fue precisamente aquella de la que he estado hablando hace apenas unas líneas: Barcelona.
Riendo, él me comentaba que era precisamente la Ciudad Condal en la que había estado pensando desde que decidió venir a España. Decidió entonces preguntarme por el alojamiento. Conociendo a Stephen, que es una persona a la que le gusta que todo se encuentre en perfectas condiciones y sin el más mínimo problema, pensé que el hotel Mercer Barcelona sería la mejor opción. Por eso, me encargué de facilitarle la dirección web del hotel en su versión inglesa: www.mercerbarcelona.com/en.
Agradado y agradecido por el trato
Stephen pasó en Barcelona cinco días. Por suerte pude reunirme con él y mostrarle los múltiples encantos de los que dispone la ciudad: la Sagrada Familia, la Catedral, el puerto, la playa de la Barceloneta, el monumento a Colón o el Camp Nou, entre otros. Además de terminar encantado por todo de lo que podía haber disfrutado con nuestras excursiones, también se mostró muy contento con el hotel que yo le había recomendado.
Destacaba principalmente que el servicio se había encargado de que todo estuviera a su gusto y de que no le faltara de nada. También apuntó que las habitaciones resultaban tremendamente acogedoras y cómodas, y que el restaurante había conseguido sorprenderle con unos menús de primerísima calidad.
Antes de regresar a Estados Unidos Stephen me dio las gracias por haberme ocupado de mostrarle la ciudad y por haberle recomendado Mercer Barcelona como mejor opción para garantizar su perfecto alojamiento mientras durara su estancia en la ciudad. Me recomendó que para mis próximas vacaciones engatusara a mi familia para visitar Boston, la ciudad donde nació. Allí, según me dijo, podríamos hospedarnos en su antigua casa y conoceríamos los lugares de su juventud, así como algunas de las ciudades cercanas. Ilusionado y también agradecido, le dije que contara con ello y que convencería a los míos.