Dicen que hacer la colada es cosa de niños y puede que tengan razón. Yo soy una persona que conoce sus limitaciones y éstas no son, desde luego, hacer la colada, sin embargo se puede decir que no me llevo muy bien con esta tarea del hogar porque aunque la lavadora sé ponerla, lo de separar la ropa por colores y usar el producto adecuado no se me da bien y es bastante común que yo acabe estropeando siempre algo.
La semana pasada saqué un jersey de mi novia que había encogido tanto que actualmente lo lleva mi sobrina de 6 años, y le queda monísimo. Hace dos semanas saqué mi pantalón con rodales blancos y rosas, no me preguntéis de qué porque no lo sé y mi hermana aún me echa en cara que la dejé sin camiseta de Son Goku (es muy friki) cuando vino a visitarme hace un par de meses.
El desastre ha llegado a un punto en el que acercarme a la lavadora se está convirtiendo en un trauma pero yo, como no me rindo fácilmente, he decidido coger el toro por los cuernos y tirar la casa por la ventana porque como estamos haciendo el cambio de temporada en los armarios ya que aquí, en el levante español, el calor empieza a hacer acto de presencia, me he ido con toda la ropa que quiero guardar hasta el invierno que viene a una lavandería autoservicio de Wash-up. Si entráis en el enlace que os he puesto comprobaréis que las instrucciones para usar sus lavadoras son bastantes encillas.
Para empezar, todas sus lavadoras tienen pantalla táctil, es decir, que viene escrito muy claro lo que estás haciendo así que en teoría no hay pérdida. Solo hay que seleccionar el programa que queramos y pulsar “start”. Sencillo ¿no? Al menos eso parece.
La programación que podría ser la parte más complicada, tampoco lo es tanto porque esta lavandería en lugar de ponerte programas de calor o frío, que si 40 grados, que si 60 grados, que si la biblia en pasta… lo que hace es pones programas donde sólo tienes que clickar lo que vayas a lavar. Por ejemplo, programa de edredones, o programa de cortinas, o programa de prendas socias… Vamos, que hasta un niño pequeño sabría darle al botoncito adecuado.
Como veréis es todo muy simple así que no entiendo cómo he hecho yo para sacar la manta llena de bolitas, el nórdico con las mismas manchas que ya tenía y mis abrigos… bueno, mejor no hablar de mis abrigos la verdad.
He llegado a pensar que aunque cualquier persona puede aprender a hacer la colada yo soy la excepción que confirma la regla porque no es lógico que cada dos por tres la esté liando parda.
Es posible que este post os haya causado risa a algunos y algunas o puede que sintáis pena por mí pero en el fondo lo que pretendía hacer es demostrar que todos tenemos un hándicap y el mío es esa maldita cesta de ropa sucia.